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Cantabria

Cantabria Los pueblos del norte peninsular: galaicos, astures, cántabros y vascones no desconocían el cultivo de la vid y no será hasta la colonización romana cuando se incorporen a la política económica del Imperio. Su organización económica era muy primitiva y se basaba en la ganadería y en la recolección de alimentos. Sabemos que los pueblos cántabros y astures incluían en su dieta la manteca y la cerveza, las cuales eran sustituidas, ocasionalmente, por el aceite y el vino, considerados artículos de... Leer más

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Los pueblos del norte peninsular: galaicos, astures, cántabros y vascones no desconocían el cultivo de la vid y no será hasta la colonización romana cuando se incorporen a la política económica del Imperio. Su organización económica era muy primitiva y se basaba en la ganadería y en la recolección de alimentos.

Sabemos que los pueblos cántabros y astures incluían en su dieta la manteca y la cerveza, las cuales eran sustituidas, ocasionalmente, por el aceite y el vino, considerados artículos de lujo obtenidos mediante trueque o saqueo en los pueblos al sur de la Cordillera Cantábrica.

Los visigodos recuperaron y reorganizaron las antiguas estructuras económicas y administrativas hispanoromanas y procuraron reactivar la producción agraria y los intercambios comerciales.
La cristianización de Liébana facilitó la extensión del cultivo de la vid. Las plantaciones de viñas se fueron extendiendo por todos los valles lebaniegos, llegando a ser un elemento importante en la economía comarcal tal como queda de manifiesto en los cartularios y documentos de diferentes monasterios en los siglos posteriores.

El vino aparece como precio en especie y las viñas como objeto de cambio y venta. Desde el siglo X se observa un interés creciente de los grandes propietarios en incrementar su patrimonio en viñedos. El cultivo de la vid alcanzó gran desarrollo y estaba extendido por todos los valles y villas lebaniegas.

La filoxera entró en Cantabria por la comarca lebaniega en 1906 procedente, probablemente, de la provincia de León ya filoxerada desde 1887. Muy rápidamente la plaga se extendió por todos los viñedos destruyendo gran parte de los mismos. El desánimo cundió entre los viticultores y, la mayoría, optó por descepar debido a los altos costes de la reconstrucción con pies americanos.